miércoles, 26 de abril de 2017

1933 PRIMER AVIÓN DE DESPEGUE VERTICAL, EL AEROGENIO DE FERNANDO GALLEGO

Fernando Gallego Herrera. Le llamaban “El ruso”. Un gorro de astracán con el que paseaba en los días invernales, acompañado en ocasiones de un leopardo atado a una cadena dorada, le hacía merecedor de ese apelativo. Nació en la salmantina localidad de Villoria el 14 de febrero de 1901 y falleció el 10 de junio de 1973 en Pamplona. En esas siete décadas de vida alumbró conceptos  y proyectos que dejan pasmado a cualquiera. Realizó los primeros estudios en su Villoria natal, pasando más tarde a estudiar en el colegio de Calatrava en Salamanca, donde rompió todas las escalas y… ¡tuvieron que crear un premio especial por sus logros académicos! En Madrid estudió en la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, logrando las mejores calificaciones y el Premio Escalona al ser el primero de su promoción. Siendo ingeniero recién titulado, en 1926, comienza a recibir encargos de gran importancia que logra superar con eficacia sin igual. Trabaja en el diseño de la Estación de Francia en Barcelona, y en las obras del Metropolitano. Por si esto fuera poco, estudia posteriormente Derecho en la Universidad Central de Madrid, aprende ocho idiomas, y teología. En julio de 1936 obtiene el título de piloto de aviación.



 La incursión de Fernando Gallego en el mundo de la aviación es fascinante. Su sueño consistía en construir naves volantes capaces de despegar y aterrizar verticalmente, tal y como hacen hoy día muchos cazas de combate, como el célebre Harrier Jump Jet o el futurista Lockheed Martin F-35 Lightning II. Además fue el primer español en dar la vuelta al mundo por medio aéreo pasando por Norteamérica, el Pacífico y volviendo hasta Europa para confirmar la redondez de la Tierra desde un avión
Todo comenzó en 1932, al menos oficialmente, con cierta patente, aunque la idea estaba rondando su cabeza desde hacía mucho tiempo. En mayo del citado año vio la luz la patente española número 125936 sobre “Un sistema de aparato de vuelo por aire comprimido” (en total consiguió tres patentes relacionadas con este concepto, algunas de ellas también registradas en el extranjero). Para abreviar, Fernando llamaba a su aparato como “Aerogenio”. Construyó tres prototipos, todos ellos muy diferentes a los aviones de su época. Movido por aire comprimido gracias a un gran motor de diez cilindros y casi cien caballos de potencia, el primer prototipo llamó mucho la atención y periodistas y curiosos se acercaron a Villoria para contemplar las pruebas. Claro que, hubo quien en Madrid pensó que la invitación a ver la demostración era algo un tanto irrealizable por lo “lejos” que quedaba el lugar y lo extraño del asunto, tal y como cierto periodista del Heraldo de Madrid mencionó con sorna en la edición impresa de ese periódico el 4 de mayo de 1933: “Lo que hay que hacer es mandar con la invitación, que desde luego agradecemos, uno de esos aparatos de aire comprimido para hacer el viajecito…”
La primera prueba del “Aerogenio” no tuvo buena fortuna aunque, según varios testigos, en las pruebas del segundo aparato sí se logró cierto éxito, sin quedar claro el grado de cumplimiento que logró alcanzarse. La primera nave, prácticamente un ala volante de gran tamaño, debía elevarse verticalmente en el aire y, en teoría, abriría el mundo de los vuelos intercontinentales a través de la estratosfera a la humanidad.
Esa era la intención de Gallego, pero todo terminó con el incendio del primer modelo construido con metal, tela y madera y el fracaso de los dos posteriores.
La descripción del aparato es esta, según crónica de la época: Un aparato de anchas alas cuadradas que pesa de setecientos a ochocientos kilos y que mide cuarenta metros netos. Las alas están divididas en dos partes que funcionan indistintamente, accionadas por los mandos. La cola también es amplia y tiene forma rectangular. Tiene dos cabinas en las que pueden ir tres personas”. Sigue la descripción hablando del motor, que contaba con diez cilindros y cien caballos y cuyo valor se estimaba en veinticinco mil pesetas. El aparato descansaba sobre tres ruedas y su coste total ascendía a doscientas mil pesetas, dinero costeado por la propia familia, según Luis, su padre. En su
realización sólo contó con la ayuda de su hermano José y el trabajo se desarrolló en lo que en Villoria conocemos como “El monte”. El aparato que pretendía lanzar al espacio, según la crónica “obedece a unos principios técnicos de vuelo por aire comprimido”.Se destaca de la nave su sistema de “profusión” aprovechando todos los gases de escape y hasta el calor de refrigeración del motor. Estaba hecho de metal, tela y madera y hasta hace poco tiempo se han podido ver algunos de sus restos en el monte de Villoria.
La expectación por el vuelo agolpó a muchos vecinos de Villoria hacía el lugar donde se había construido el artefacto. Llegaron, incluso dos aviones desde Madrid para seguir las incidencias. Pero no pudo ser, la aeronave fue pasto de las llamas sin haber conseguido despegar el vuelo. Más tarde construyó otro aparato y consiguió despegar verticalmente gracias a la aplicación de nuevos y propios principios científicos sobre circulación de láminas aéreas, con lo que perfeccionaba la idea inicial del aire comprimido.

La Guerra Civil cortó de raíz sus sueños, pasando cuatro meses escondido en un pajar en Villoria a la espera de un permiso y protección del Gobierno de los Estados Unidos, un apoyo que posteriormente le salvó de la prisión o el exilio forzado. Sin embargo, en 1941 fue depurado por el gobierno franquista, debiendo abandonar su puesto en la Dirección General de Obras Hidráulicas.
Hombre polifacético, recorrió muchos países donde dejó el sello de su genialidad (Estados Unidos, Japón, Filipinas, India, Siria, Turquía, Gran Bretaña, Italia y, cómo no, Egipto)


Además del Aerogiro, tuvo otros proyectos realmente adelantados a su tiempo, alguno de los cuales no se han realizado en nuestros días:

* unir las dos orillas del estrecho de Gibraltar a través de un túnel flotante submarino

 
 * Patentó un sistema para construir puertos flotantes (más tarde este sistema fue usado sin pagar por los aliados en el Desembarco de Normandía)




Además de la presa de Asuán, también participó en los años sesenta en la modernización del canal de Panamá.

  
Datos sacados de: 
http://m.historiadeiberiavieja.com/secciones/made-in-spain/fernando-gallego-inventor-olvidado 
http://rumboalmisterio.blogspot.com.es/p/el-aerogenio-de-fernando-gallego.html?m=1
http://alpoma.net/tecob/?p=12559

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